jueves, 27 de marzo de 2014

El respeto de la clase política por Suárez no era recíproco / Asier Martiarena

La clase política se está deshaciendo estos días en elogios a Adolfo Suárez, pero estos no serían recíprocos si Suárez hablara. Por lo menos si tenemos en cuenta algunas declaraciones que hasta la fecha nadie conocía.

Porque el discurso político y personal que pregonaba Adolfo Suárez no llegó al pueblo. Por lo menos no en su totalidad. La maquinaria que rodea la política ocultó parte de sus pensamientos. Y no porque él quisiera comparecer como Mariano Rajoy a través de un plasma, para evitar las preguntas de los periodistas; ni porque negara hechos como José Luis Rodríguez Zapatero, con la crisis económica; ni tan siquiera por ocultar algunos datos, como José María Aznar con la necesidad de que España participase en la invasión de Irak. Al contrario. Porque la sinceridad y la cándida transparencia de la que hacía gala Adolfo Suárez se antojaba como un acto inconsciente que podía encender los ánimos de la sociedad que comenzaba a dar sus primeros pasos de una débil transición democrática.

De ahí que en 1980 el expresidente concediera una entrevista tan sincera que sus consejeros decidieron vetarla hasta el punto de que jamás vio la luz... hasta hoy. El diario 'ABC' ha rescatado la conversación que Adolfo Suárez sostuvo con la periodista Josefina Martínez del Álamo y que, pese a los 34 años que ha pasado en el cajón, no ha perdido fuerza y es de plena actualidad.

En ella el presidente Adolfo Suárez, ya consciente de la pérdida de la confianza de parte de los suyos e incluso del propio Rey, obsequió a la redactora con innumerables titulares. Así el abulense reconocía: "La clase política le estamos dando un espectáculo terrible al pueblo español".

Hablando de las actuaciones de los diferentes partidos ya legalizados en 1980, Suárez señalaba que "los comentarios políticos suelen ser mensajes que no entiende casi nadie. De ahí que la prensa tenga cada vez menos lectores. De ahí que los políticos estén cada día más separados del pueblo... Porque han acabado todos cociéndose en la gran cloaca madrileña... Y molesta mucho que yo hable de una gran cloaca madrileña. ¡Pero es verdad! No existe la preocupación de sobrevolar por encima. Nadie intenta hacer una crítica objetiva de las actuaciones políticas, con independencia del partido que realiza la acción".

En cuanto a los oscuros planes de la casta política, Suárez señaló que "los periodistas se han convertido en correas de transmisión de los intereses de grupos determinados". "Yo repito a menudo que en España está ocurriendo un fenómeno muy grave: las cosas entran por el oído, se expulsan por la boca y no pasan nunca por el cerebro... Casi nunca pasan por la reflexión previa", puntualizó. Aunque también tuvo reproches para la prensa por "escribir para ellos mismos".

Teniendo en cuenta el éxito social que han suscitado las recientes marchas por la dignidad del pasado 22M, la postura de Suárez con respecto de la forma de legislar resulta, a día de hoy, muy polémica. Casi tanto como lo debió ser en 1980 cuando fue vetada. Suárez dibuja un escenario en el que "un político no puede ser un hombre frío. Su primera obligación es no convertirse en un autómata. Tiene que recordar que cada una de sus decisiones afecta a seres humanos. A unos beneficia y a otros perjudica. Y debe recordar siempre a los perjudicados... Gracias a Dios, yo no lo he olvidado nunca. Pero se sufre porque no puedes tomar decisiones satisfactorias a corto plazo para todos los españoles. Aunque esperas que sean positivas en el futuro y asumes el riesgo... Hay personas que no ven a los gobernados uno a uno... Yo los sigo viendo. ¡Les veo hasta las caras!", señaló.

Lo mismo ocurre con el desencanto de la clase política. Con los barómetros del CIS suspendiendo en la actualidad a todos los políticos, sin excepción, más de uno se sentirá aludido con estas declaraciones de Adolfo Suárez: "Yo no creo que el pueblo español haya estado encantado jamás. La Historia no le ha dado motivos casi nunca. Tuvimos que aprender que los problemas reales de un país exigen que todos arrimemos el hombro; exigen un altísimo sentido de corresponsabilidad. Y sin embargo, los políticos no transmitimos esa imagen de esfuerzo común. La clase política le estamos dando un espectáculo terrible al pueblo español", sentenció Suárez en un discurso que sacaría los colores a más de uno de los dirigentes que estos días ensalzan la figura del expresidente del Gobierno fallecido.

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