MADRID.- Royal Bank of Scotland ha hecho su propio cálculo de cuál será la
foto resultante del futuro test de estrés, en el que apunta a la banca
italiana y eslovena como la más débil, junto a Cajamar, la única entidad española en la que prevé necesidad de capital. Así,
apunta directamente como bancos más vulnerables a los italianos Monte
dei Paschi, Carige y Banca delle Marche, a los eslovenos Abanka y NKBM y
a la española Cajamar.
RBS también apunta a la importancia de unificar el criterio de
entrada en morosidad de un crédito. En España se considera moroso al
cabo de 90 días de impago, mientras que en Francia en cambio el criterio está en 180 días para las hipotecas y en 270 días para los créditos a la administración.
Italia tiene uno de los criterios más restrictivos de Europa, según
Citi, ya que reduce el intervalo a entre 30 y 90 días. Si bien la firma
advierte que la cobertura de la banca italiana ha descendido de forma
significativa desde 2007, mientras la formación de morosidad sigue
aumentando.
Según una encuesta realizada por Goldman Sachs entre inversores, la
credibilidad de la clasificación de activos por parte del BCE y del
posterior test de estrés debe tener como criterio fundamental la
implantación al cien por cien de las exigencias de capital de Basilea
III, con un ratio de capital del 7%, y la homologación de la definición
de qué son activos problemáticos y con qué ratios de cobertura, con
especial atención en los créditos reestructurados, los inmuebles en
balance y la valoración de las garantías con que se analiza la
morosidad.
La encuesta revela que las principales necesidades de capital se concentrarán en la banca italiana,
seguida de la alemana y con la española en tercer lugar. Banca Monte
dei Paschi, Commerzbank y Deutsche Bank son los nombres más recurrentes
en las respuestas de los inversores. Goldman calcula además una
necesidad conjunta de capital de 75.000 millones de euros.
Y más allá de los criterios que se establezcan, la falta
actual de acuerdo político en la UE para establecer una red de fondos
públicos con los que cubrir las necesidades de capital que
surjan del test hace que la unión bancaria sea incompleta y que no
cumpla el objetivo de romper el vínculo entre riesgo soberano y bancario
y, con ello, no acabe con la fragmentación financiera, advierte
Barclays.
Definir por el BCE los criterios por los que se clasificarán los activos de la
banca europea servirá para abordar el test de estrés al sistema
que se realizará el año próximo. La tarea es peliaguda si se tiene en
cuenta la heterogeneidad en el modo en que los distintos países del euro tratan la morosidad de sus bancos, la calificación de activos tóxicos o los niveles de cobertura que se aplican sobre el crédito problemático.
Y los inversores ya se están encargando de avanzar cuáles deberían ser los elementos en los que poner el foco para dar credibilidad a un ejercicio de transparencia que debe reflejar la verdadera salud de la banca europea
y ser punto de partida para la puesta en marcha de la supervisión única
bancaria en noviembre de 2014, cuando el BCE asumirá la vigilancia
directa de unas 6.000 entidades financieras europeas.
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