sábado, 3 de noviembre de 2012

A un periodista de raza / Gabriel Sánchez

Por fin un periodista que le hecha narices, les hablo de Pepe Fernández, es de los pocos que levanta la voz y le canta las cuarenta al todopoderoso y engreído Gabriel Amat, poniendo el dedo en la llaga sin importarle que pueda sucederle lo que a otros periodistas no entregados (pocos, por cierto) les ha sucedido, cuando sacando los trapos sucios de un político que se cree limpio como el Ariel, lejos de contar con el apoyo de sus compañeros, se han visto inmersos en el ostracismo, unas veces al ser vilipendiados y otras por tener que callarse so pena de perder el empleo.

¿Cuando le ha importado a Gabriel Amat la libertad de expresión?. De palabra siempre, aunque no de hechos.

Hace muchos años, siendo concejal de Roquetas de Mar ya coqueteaba con los medios afines financiando indirectamente Canal SÍ, entonces Teleponiente, hasta que cierto día, su por entonces directora y propietaria, Maruja Sánchez, dejase de acatar las consignas y viese como de golpe le retiraban el único medio que tiene una cadena de financiarse, la publicidad. Fue entonces cuando por primera vez acepté hacerle una entrevista a Gabriel Amat, toda vez que pude preguntar lo que quise sin que mediase de por medio la censura.

Y es que a Gabriel Amat le gusta que todo el mundo hable bien y, si es de él, mejor, de lo contrario las cosas se complican para el que haya osado perturbar la paz del César.

De la participación de Gabriel Amat en los medios de comunicación habría mucho que hablar, sirva como ejemplo su quehacer en la compra de Popular TV, en la que, como bien saben, figuraba la Iglesia. Bien podría hablarles de ello Paco Martínez quien fuese su dueño y me contase con detalle cómo se llevó a cabo la compra del cincuenta por ciento inicial en las instalaciones que el clero tiene en Aguadulce y cómo se negoció el cincuenta por ciento restante a través de una empresa que gozaba del favor de los gobiernos del PP de Gabriel Amat que, si hoy no nombro, es por no hacerle publicidad.

El sistema de pago, ni que decir tiene, está inventado; las acciones se pagan mediante el pago de un buen contrato de publicidad que esa empresa gentilmente firma, toda vez que se siente agradecida por los muchos servicios que presta a la institución de turno, que compensa su buen hacer con suculentos contratos.

Tal vez algún día en Almería la prensa sea libre y un periodista pueda preguntar aquello que quiera que sin que se sustente sobre su cabeza la espada de Damocles de sus entregados compañeros de profesión y sin tener como riesgo perder el trabajo. Quizá entonces alguien se atreva a tirar de la manta que tapa a Gabriel Amat.