martes, 4 de diciembre de 2012

Medios en crisis / Rosa Ortíz *

El pasado viernes otro medio de comunicación, Canal SI, en Almería, echó el cierre. Poco después de que se conociera la noticia, uno de sus antiguos trabajadores –había sido despedido meses antes- escribió en las redes sociales: “Hoy cierra un trozo de la historia de esta ciudad, hoy hay un funeral silencioso”. La frase resume la situación actual del periodismo, tal maltratado, tan denostado, tan vilipendiado tantas veces, y de los medios de comunicación, que están sufriendo con una virulencia brutal los efectos de la crisis.

Si resumiéramos sucintamente lo que está pasando diríamos que los periódicos, las radios y las televisiones han visto caer sus ventas y descender el volumen de sus ingresos publicitarios sin tener todavía clara una estrategia para intentar rentabilizar sus ediciones en internet. Pero no solo ha pasado eso.

La situación actual es la suma de varios factores, entre ellos la existencia de un mercado sobredimensionado durante años y la gestión nefasta de muchas de estas empresas, con editores más preocupados en negocios que, en otro tiempo, les fueron económicamente más rentables.

En plena época de bonanza, desde mitad de los 90 hasta que estalló la crisis en 2008, al menos en Almería se crearon decenas de medios sin estudiar muchas veces su viabilidad económica. A los empresarios que estaban detrás y a los políticos que les apoyaban les interesaba el juego en igual medida. Tener un medio de comunicación siempre ha servido de arma de presión frente al poder político.

En otros casos, el interés era al contrario: cuando un partido necesitaba amplificar los altavoces para su mensaje, echaba mano de empresarios afines para que impulsase alguna televisión local o algún periódico o aumentaba la cuantía de la inversión publicitaria para que se le tratase mejor.

La crisis ha puesto fin a muchas de estas frivolidades y ha dejado también numerosos cadáveres por el camino. Los principales damnificados han sido muchos de estos medios de comunicación, que se han visto obligados a adelgazar sus redacciones hasta dejarlas convertidas en puro hueso. En cuatro años, 8.000 periodistas españoles han perdido el trabajo, más de la mitad solo en 2012. En Almería la cifra se acerca ya al centenar.

Los periodistas que siguen trabajando se ven obligados a hacerlo en condiciones cada vez más precarias y con sueldos –en una profesión que nunca se ha distinguido por pagar bien- cada día más raquíticos. Todo esto está generando un retroceso alarmante en muchos casos de la calidad del producto que se ofrece y el lector, el oyente, el espectador lo nota. El efecto boomerang es clarísimo.

La crisis no es solo económica, es también del modelo económico de los medios de comunicación, que tienen que adaptarse a una realidad muy diferente a la de hace diez años. Pero deben hacerlo apostando por un periodismo basado siempre en la formación, la ética, el rigor y la calidad. Porque sin eso, no hay nada.

(*) Periodista

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