ALMERÍA.- Cabo de Gata es un destino mágico con muchas cosas que mostrar y un
sinfín de historias y leyendas para contar. Esta región almeriense fue
muy codiciada en época de piratas genoveses, berberiscos y turcos. Por
ello, y para salvaguardar las poblaciones más cercanas, se construyeron
la torres o atalayas vigía, conectadas visualmente unas con otras
mediante fogatas durante la noche y señales de humo por el día.
Dejamos volar la imaginación y nos trasladamos
al litoral de Cabo de Gata en el siglo XVI. Alzamos la vista y
divisamos una hilera de luces parpadeantes. Se trata de las torres vigía o atalayas
que alertaban de las posibles invasiones de piratas genoveses,
berberiscos o turcos, eran los que principalmente atracaban en la costa
almeriense para reponer fuerzas y guardar sus tesoros acumulados.
Estaban conectadas visualmente, unas con otras, mediante fogatas en la
noche y con señales de humo durante el día, ya que ésta era la única
forma de comunicación que tenían los vigilantes para dar el aviso ante
el peligro.
Estas construcciones, que datan de la época musulmana,
han visto cambiar su aspecto y estructura, tras la conquista cristiana,
en función de las necesidades de cada tiempo. En la actualidad todo
este patrimonio defensivo está considerado como Bien de Interés Cultural por ser Monumento Histórico Artístico Nacional.
Para descubrir de primera mano todas estas maravillas arquitectónicas, el viajero debe comenzar su recorrido en el pueblo de Retamar y contemplar allí la Torre García
construida en el siglo XVI y ubicada sobre la arena. Cuentan las
historias de la zona que en la madrugada de una noche de Diciembre de
1502, el vigía que custodiaba la atalaya encontró la imagen de la Virgen
del Mar, patrona de Almería, y la recogió, tal como está reflejado en
la lápida que se encuentra en los muros de esta torre.
Continuando el viaje por el litoral de Cabo de Gata se llega hasta la localidad de La Almadraba de Montevela,
donde el viajero descubre, en el alto de una colina a ras de costa, la
torre vigía de la Vela Blanca. Una construcción que data del siglo XVII y
se ubica al sur de la playa del Mónsul, muy próxima al pueblo de San
José. Parada obligada ya que es una de las urbes con mayor tradición
pesquera y ganadera de esta zona almeriense. Aquí se encuentra la torre
vigía de Cala de Higuera, construida en el siglo XVI. Actualmente esta
atalaya, que se encuentra volcada en posición invertida,
sólo conserva los cimientos. En este pueblo, San José, el viajero podrá
descansar y degustar algunos de los mejores platos de la gastronomía
almeriense en el Hotel Doña Pakyta, a pie de playa, o en el Hotel
Cortijo el Sotillo, en pleno Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar.
La "ruta de las torres vigía" se extiende también por la población de Rodalquilar,
donde se encuentra la torre Los Lobos, construida por los nazaríes,
desde 1990 se utiliza como faro. Siguiendo el recorrido, el viajero
llega hasta la villa de Las Negras para descubrir la
torre de San Pedro, que data del XVI aunque fue reconstruida en el
XVIII, aprovechando una atalaya musulmana destruida.
Y al final de esta excursión por el pasado se encuentra el municipio
de Carboneras, donde se ubica la torre del Rayo construida en la época
Nazarí y reconstruida en el Renacimiento. Custodiada en sus inicios por
dos guardas para años más tarde ser abandonada a su suerte, por el
evidente peligro de ser atacados o secuestrados por los piratas
berbéricos que atracaban en esta zona.
La "ruta de las torres vigía" es, por tanto, un viaje para disfrutar en compañía, una aventura para conocer una zona de Almería prácticamente virgen y un destino para respirar aire puro y descansar.
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