domingo, 6 de febrero de 2011

Sol y playa / Francisco Parra *

Uno de mis profesores de Teoría Económica nos dijo a un grupo de alumnos en una ocasión: “la Ciencia Económica es cosa de gente mediocre, los inteligentes de verdad estudian Ciencias Exactas, Físicas, Astrofísica o similares”. No se debe hacer uso textual del “comentario de café” de aquel profesor. Cierto es que grandes cerebros de la Humanidad han consagrado sus neuronas a la Ciencia Económica. 

Lo que aquel profesor quería transmitirnos con aquel exagerado comentario es que, gran parte de la base de la Ciencia Económica, se basa en principios muy simples. Muy simples si, pero no por ello poco importantes. En ocasiones, en nuestro afán por encontrar salida a determinadas situaciones, siendo coherentes con nuestras ideas, tendemos a rizar el rizo y tergiversar las cosas hasta límites insospechados, aún a riesgo de equivocarnos y tomar decisiones erróneas. Esto ocurre con frecuencia en las manifestaciones, actitudes y acciones de economistas alineados con la izquierda o la derecha política. Esto es lo que se suele llamar vicio ideológico.

El vicio ideológico ha sido lo que probablemente ha llevado a este gobierno que padecemos a hacerlo todo al revés en un primer momento, para luego intentar enmendarlo deprisa y corriendo. El vicio ideológico y también una buena dosis de arrogancia y prepotencia. No es necesario ser un erudito para saber que la Economía Española está basada en el sector construcción y el turístico, al tiempo que tiene un problema de exceso de coste energético. Casi cualquiera, aunque sea de oídas, lo sabe.

Pues bien, desde 2.007 nuestro gobierno se ha dedicado a echar tierra, (por no decir otra cosas), sobre el sector construcción. Se ha estado acusando a dicho sector de ser un nido de especuladores, defraudadores, mafiosos, etc., al tiempo que se legislaba en contra del sector ya desde 2.007 y se alimentaba el ciclo bajista, que ya se veía venir por esas fechas en dicho sector. Por supuesto, no se ayuda al sector construcción ante la caída en cascada de grandes empresas del sector, tan solo se intenta poner algún parche, como tampoco se potencia al sector turismo. El denostado “turismo de sol y playa” no cuenta tampoco con la simpatía del gobierno y queda también abandonado a su suerte en el marco de la gran crisis internacional.

Pues bien, a sabiendas de la situación descrita y por puro vicio ideológico, se legisla favoreciendo la caída del sector construcción, (la Reforma de la Ley del Suelo que entra en vigor en 2.007 exige reservas de suelo del 35% para VPO y del 15% de cesión para los Ayuntamientos, medidas poco apropiadas para un sector que está entrando en crisis), no se potencia la construcción ni se le buscan alternativas a la edificación, no se potencia el turismo…  Sin embargo, se crean estímulos para la instalación de placas solares, produciendo un incremento del coste energético y se pretende que las ayudas a la I+D+I den resultados en el corto plazo y sean la solución a los problemas de España.

Pues va a ser que no. Como ya demostró David Ricardo hace mucho tiempo, (allá por el S. XVIII), dos países que se especializan en aquello que mejor producen, maximizan su producción si intercambian parte de sus producciones. Esto, que ya era cierto hace mucho tiempo, es ahora más cierto aún, dada la globalización en la que estamos inmersos. Visto a la inversa, el estudio de David Ricardo deja claro que, o te especializas en aquello en lo que eres eficaz o no encontrarás quien te compre.

La moraleja del estudio de David Ricardo se puede sintetizar en el famoso refrán castellano: “zapatero a tus zapatos”. Sin que se tome como alusión al apellido del Presidente del Gobierno, era fácil entender que, ante la que se avecinaba, España no iba a defenderse de la crisis fabricando microprocesadores, teléfonos móviles u ordenadores, sino haciendo lo que de verdad sabe hacer, aquello en lo que era realmente competitiva, es decir, ofreciendo servicios turísticos y mal que nos pese, sosteniendo al sector construcción. 

Las políticas de este gobierno, durante mucho tiempo, han colaborado al hundimiento de la construcción, no le han dado la importancia debida al “sol y playa”, han llevado a agravar el problema del coste energético y en suma, nos han llevado a una situación de falta de competitividad considerable, al tiempo que de exceso de desempleo y déficit público.

A lo mejor se debería haber potenciado la rehabilitación, para reconducir la actividad de un sector que estaba sobredimensionado y que es altamente intensivo en mano de obra, (por tanto vital para sostener el empleo). A lo mejor se podría haber ayudado a las constructoras a conseguir contratos en el exterior, (lo han hecho bastante bien por su cuenta..).

A lo mejor se debería haber promocionado España como destino turístico para los países emergentes como China, India, Rusia o Brasil, para suplir la reducción de turistas procedentes de nuestros mercados habituales. A lo mejor se debería legislar de forma que el visitante se sienta relajado y libre, en comparación con su país y no prohibiendo a diestro y siniestro. A lo mejor se debería haber ayudado al turismo mediante la ampliación de nuestra oferta de ocio tradicional. A lo mejor se tenía que fomentar la eficiencia energética en fábricas y hogares, en lugar de elevar el coste de producción subvencionando la energía solar. 

A lo mejor no había que gastar tanto y ni tan inútilmente desde el Estado, provocando un incremento cada vez mayor de la Deuda Pública. A lo mejor no eran los jubilados los que tenían que haber “pagado el pato” de los excesos del Gasto Público. A lo mejor todo esto y algunas cosas más se podían haber puesto en práctica ya en 2.007 y no esperar a 2.010. A lo mejor era más fácil de lo que parece.

Por supuesto que era inevitable entrar en una situación de crisis. El vendaval financiero que barrió el mundo a partir de 2.008 no podía pasar sin dejar graves consecuencias. La diferencia estriba en reaccionar a tiempo y en la línea adecuada o dejarse llevar por el vicio ideológico y llevar a cabo políticas que profundizaban más y más en los problemas que se nos venían encima. La diferencia es tener un 15% de desempleo o un 20%, tener un sector construcción en la UVI y arrastrando a las entidades financieras o tener un sector redimensionado pero sano. Los famosos problemas estructurales de la Economía Española no se solucionan en el corto plazo y desde luego no es un momento de grave crisis, el más adecuado para abordarlos.

Cuando todo va mal, todo es difícil, cuando todo es escaso, tenemos que hacer aquello que mejor sabemos, aquello en lo que realmente tenemos una experiencia larga y contrastada de buen hacer y de eficacia.

Lo siento, pero es el momento de volver al Sol y playa.

(*) Francisco Parra es economista y oriundo de Huércal Overa

2 comentarios:

  1. Realmente, su profesor tenía razón,, difícilmente se puede encontrar a alguien tan mediocre como este tío.

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  2. Por fin alguien se aparta de lo políticamente correcto. En gran medida estamos de mierda hasta las cejas por seguir las directrices marcadas por los ideólogos de los partidos, por nuestra pasividad, por no desmarcarnos de lo que nos dicen que es correcto.

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