lunes, 15 de noviembre de 2010

Desafios globales y miserias locales / Rafael Simancas *

Estos son hoy los principales ingredientes de la política española. Los grandes problemas de nuestro tiempo tienen una formulación global y aparentemente inabarcable para la limitada cocina de la política doméstica. Su solución, también. Mientras tanto, el devenir político cotidiano, los asuntos que preocupan, que ocupan y sobre los que hablamos gobernantes, opositores y tertulianos varios, se centran glotonamente sobre pequeñas miserias locales, de cocina fácil, de sabor adictivo, de consumo rápido, pero de valor nutricional más bien escaso.

¿Quiénes son los responsables? Resulta difícil señalar. La opinión pública obvia lo global por lejano e ignoto, y centra su atención sobre lo cercano aun menos relevante. Los políticos seguimos a pie juntillas a la opinión pública, como lúbrica promesa de votos. Y los periodistas se limitan a alimentar a aquella con lo que pide y a influir sobre estos con lo que puede.

Que si Eguiguren flirteó con Otegui. Que si Gospedal ganó más que yo. Que si Jiménez contradice a Jaúregui. Que si el alcalde de Valladolid desbarra… Y en tanto nos entretenemos con argumentos de tal calado, pasan ante nosotros, sin apenas análisis, ni consideración, ni decisión, las reuniones del G-20 sobre armonización monetaria, los encuentros del Ecofin sobre financiación internacional de la deuda, las cumbres sobre el cambio climático, los informes de Naciones Unidas sobre desarrollo humano…

Mientras nuestros todopoderosos barones territoriales se desgañitan contra la fusión de cajas, defendiendo el chiringuito financiero del terruño, el sistema de las finanzas internacionales cabalga desbocado, sin bridas que lo sujeten a la economía real, y con la previsión cada día más cierta de despeñarse, de nuevo.

A la vez que aquí nos plantamos contra la deslocalización de nuestra pequeña factoría textil o nuestra planta automovilística, la guerra de las divisas, en ausencia de una política monetaria armonizada, arrasa con cualquier intento de racionalizar los ámbitos de producción, de comercialización y de consumo.

En tanto todos los interlocutores sociales y políticos nos arrojamos los trastos a cuenta de los ajustes en las políticas sociales de nuestras pequeñas administraciones, todos dan por perdida ya la batalla en pos de una fiscalidad común, viable, suficiente, progresiva, en el mundo desarrollado, o en Europa al menos, para asegurar la financiación pública de un modo de vida digno.

Seguimos espetándonos a la cara los niveles de contaminación que sufren ciudades y ciudadanos, según gobernemos u opositemos, pero renunciamos a participar y a incidir sobre los grandes ámbitos de decisión en los que se está dilucidando el equilibrio posible entre desarrollo, sostenibilidad y cambio climático.

Algunos juegan a exacerbar los bajos instintos en el miedo al foráneo para recolectar unos pocos votos sucios, y sin embargo apenas aparecen en los debates electorales los análisis y las propuestas sobre la gestión de las migraciones internacionales o los planes para el desarrollo de las grandes áreas que expulsan población.

Un último ejemplo de nuestra visión un tanto desenfocada sobre la realidad que nos circunda y nos importa. El País publicó recientemente una extensa y rica entrevista a Felipe González. Muchos, cortos de vista, no consiguen apartar la vista de la X. Espero que hayan sido muchos más los que alcanzaran a ver, y a pensar, otros pasajes: “El ámbito de realización de la soberanía es el Estado nación, pero el ámbito de realización de las finanzas es el planeta.” “Las elecciones no se ganan por cómo se afronten los desafíos globales, sino por las miserias locales”. “Yo solo conozco a cuatro o seis políticos con cabeza global”. Nosotros tenemos la suerte de conocerle a él.

(*) Rafael Simancas es periodista y miembro destacado del PSM-PSOE

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