lunes, 12 de julio de 2010

España se olvida de tensiones territoriales con el título mundial

MADRID.- Al menos por unos días, el éxito de España en el Mundial de fútbol parece hacer olvidar las tensiones territoriales y regionalistas del país, forjando una unión nacional alrededor del trofeo, como ocurrió con Francia y su composición racial en el Mundial-1998.

"España unida gracias a sus campeones" o "Metáfora de una nación": los editoriales de la prensa más conservadora alababan este lunes la comunión inédita en todo el país, alrededor de la bandera rojigualda, durante mucho tiempo asociada por muchos a la dictadura de Francisco Franco.

"La selección ha terminado con el velo que escondía el deseo de expresar algo tan básico como el orgullo de ser español", decía el periódico Abc.

El seleccionador de la 'Roja', Vicente Del Bosque, había subrayado el domingo el carácter ejemplar del equipo, que integra a jugadores catalanes, madrileños, andaluces, un vasco o un asturiano, entre otros.

"Favorecemos una mejor relación entre las comunidades autónomas del país", dijo el estratega de la 'Roja', que con su carácter humilde y poco aficionado a las polémicas ha conseguido el mayor éxito del país en su historia futbolística.

La fiebre mundialista ha llegado hasta lugares donde hace poco parecía difícil, como Cataluña y el País Vasco, donde existen fuertes tensiones nacionalistas y donde la bandera española no se ve con tanta frecuencia como en otros lugares del país.

En Barcelona, más de 75.000 aficionados se reunieron en la Plaza de España, al pie de la 'Montaña Mágica' y olímpica de Montjuic, para seguir la final contra Holanda en una pantalla gigante.

Muchos de ellos, con colores del 'Barça', equipo que constituye la columna vertebral de la 'Roja' y que ha conseguido un pleno: los ocho goles son de jugadores del 'Barça', dos de Andrés Iniesta -incluido el decisivo en la final-, uno de Carles Puyol y cinco de la nueva estrella, el asturiano David Villa.

Un día antes de la final, Barcelona había acogido una gran manifestación en defensa del nuevo Estatuto de Autonomía, recortado recientemente por una sentencia del Tribunal Constitucional, lo que ha sido considerado como un agravio por los sectores más nacionalistas.

En el País Vasco, la situación es similar. "La euforia de la Roja pasará. Y volveremos a la realidad (...) el problema vasco continúa", señaló Íñigo Urkullu, presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), hasta el año pasado en el poder en el Parlamento de Vitoria y en la oposición desde entonces.

Fue precisamente en Cataluña y el País Vasco donde se produjeron los incidentes más destacados, aparte de dos muertos por accidentes.

Un total de 21 personas fueron detenidas en Barcelona y 74 resultaron heridas, mientras que en el País Vasco se procedió a tres detenciones, las de unos radicales que habían intentado agredir a hinchas que celebraban la victoria española.

El miércoles, en Pamplona, en la región parcialmente vascófona de Navarra, un fanático de la 'Roja' había sido apuñalado por llevar la camiseta del equipo, según las autoridades municipales.

La alegría registrada estos días en Cataluña o el País Vasco "muestra únicamente que el nacionalismo no tiene la exclusividad de la representación política en esas regiones", señaló el redactor jefe de la agencia Vasco Press, Florencio Domínguez.

"Pero el nacionalismo no va a cambiar. Las realidades territoriales, los problemas de identidad nacional no desaparecen por un éxito deportivo", estimó.

Durante la semifinal España-Alemania (1-0), un importante cargo electo vasco se hizo notar en un restaurante alemán de Bilbao, apoyando como cualquier hincha teutón al equipo de Joachim Löw, que terminó eliminado.

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