domingo, 28 de marzo de 2010

El obispo de Almería denuncia los “pingües beneficios” de las clínicas abortistas

ALMERÍA.- El obispo de Almería, Adolfo González Montes, denuncia en la última carta a su diócesis los “pingües beneficios” que se obtienen de la práctica del aborto, un lucro que considera que es encubierto “disfrazando el aborto como supuesto derecho de la mujer embarazada”.

González Montes subraya que la nueva ley del aborto “es un síntoma de la cultura de la muerte que soportamos pero que es el resultado de haber desfigurado la realidad de las cosas, ahogando la ley moral que Dios ha dejado impresa en nuestros corazones”.

Al acercarse la Semana Santa, el obispo de Almería recuerda numerosas realidades que “desvelan la cruda actualidad de la cruz de Cristo”, y cita, junto al aborto, la pena de muerte, la nueva ley de muerte digna en Andalucía, que podría permitir la práctica de la eutanasia, los enfrentamientos raciales y los genocidios, o la persecución de los cristianos en algunos países.

Traslada su convencimiento de que la Humanidad "se llegará a arrepentir y horrorizar" ante prácticas "inhumanas y aberrantes" amparadas por las leyes del aborto o de muerte digna y advirtió que éstas son "síntomas" de la, a su juicio, "cultura de la muerte que soportamos, resultado de haber desfigurado la realidad de las cosas".

González Montes expresa la "gran inquietud, imposible de acallar" que hace albergar en la Iglesia la aprobación reciente en la comunidad autónoma andaluza de la denominada Ley de muerte digna que, según asegura, presenta "riesgos patentes de ser utilizada para la práctica de la eutanasia".

Al tiempo, el obispo almeriense advierte de que esta ley "en nada ayudará" a las mujeres que decidan abortar, "acosadas por circunstancias que el derecho positivo debería afrontar, para protegerlas de una tentación a la cual las puede empujar la falta de atención social y espiritual, de apoyo moral y económico para dar a luz sin riesgo y con esperanza el hijo de sus entrañas".

"El exiguo de crecimiento de la población autóctona en los países occidentales, hasta ahora y todavía los de mayor bienestar a pesar de la crisis financiera y económica que padecemos, es una alarma que ha saltado hace décadas por el egoísmo y la manifiesta enemistad con la vida" concluye mientras asegura "se ha perdido entre nosotros el equilibrio que resulta de la sucesión de unas generaciones por otras, al ritmo del nacimiento y crecimiento y maduración de la vida", concluye.

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