ALMERÍA.- Llegué el miércoles a Almería. Se había lidiado una novillada, una corrida de rejones y una corrida de toros de la que salió a hombros el almeriense Torres Jerez. No puedo analizar lo que no he visto, pero sí los tres soporíferos festejos que he aguantado miércoles, jueves y viernes. Porque el sábado, con El Fandi, El Cordobés y El Cid en el cartel, no iba a ir. Todavía no estoy hecho a prueba de bombas.Resumiendo, voy a destacar varios puntos que me parecen fundamentales:
-Se ha lidiado un toro impresentable y con serios indicios de manipulación fraudulenta de las astas.
-El presidente permite todo y concede todo.
-El publico, que no los aficionados, aplaude lo banal y no se fija en el toro.
-Los aficionados comienzan a alzar la voz, pero no es suficiente. Cada una de las tardes hubiese merecido una bronca monumental al empresario y a los toreros, que son quienes eligen el ganado. Se echa de menos la voz de las peñas.
-La suerte de varas ha desaparecido. Es un hecho. La profesión de picador es la mejor que hay, porque te pagan un buen dinero por ir a los toros y ver la corrida desde un caballo.
-Almería ha bajado su nivel escandalosamente. El llamado toro de Almería no existe. Se fue al carajo hace tiempo.
-El toreo fundamental no tiene importancia. El accesorio, sí. Es muy fácil conseguir un éxito en esta plaza. Bastan un par de circulares, unos cuantos martinetes y ligar dos pases de pecho. No se recuerda ni un solo natural en toda la feria.
-Van a echarnos a los aficionados de las plazas. No cuentan con nosotros para nada, sólo con los que van al acto social, es decir, gente que no distingue un natural de una chicuelina. En mi caso, dudo si iré el año que viene. Este año llegué a mitad de feria, pero debí quedarme en México buceando, ajeno a esta miserable imitación de las corridas de toros.
-La pantomima o simulacro de Fiesta ha tomado carta de naturaleza en Almería.
-Dan ganas de decirle a los taurinos: os merecéis que prohíban la Fiesta, por incompetentes, por listillos y por deshonestos.
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